De un certero bocado, le arrebató el pincel cuando la espera le tenía
tan excitado que conociéndola, sabía que la hora de salida no llegaría. Sofía
chequeaba desde todos los ángulos y a corta, media y larga distancia el
resultado de una composición nada satisfactoria. Mientras, Leny se cruzaba una
y otra vez de izquierda a derecha con pasitos cortos y brincando. Luego,
tendido boca arriba, jugaba con las partículas de luz que entraban por el
ventanal. Y así, tras horas, en un desesperado intento trepó por las piernas de
Sofía y atrapó el pincel que voló dando un final brochazo de gracia en el
centro del lienzo.