No suenan violines. No suenan campanas. El ruido
ensordece el mundo.
La conciencia usa tapones de acero mientras que el
mar, engulle
pequeños cuerpecitos de niños. La mar vomita
cadáveres.
Las montañas sudan inocente sangre y en los
rascacielos
las transacciones despiden agrio olor a dinero.
Detrás de la ventana están los ojos llorosos de esa
niña triste
Y en las casas no se huele el rastro de los misiles
crucero.
La abuela tapa su rostro y tras sus dedos se cuelan
lágrimas de la triste niña.
Las ventanas de la ONU están blindadas, los oídos
están sellados,
corazones helados venden miedos y supersticiones.
La Paz vuela sin rumbo alojada en la cola de un cóndor
ciego.
Los campos tienen sed y el sol les niega un respiro.
Los colegios cantan una canción decidida mientras
lingotes de oro sepultan voces.
La Paz se prostituye en despachos y templos.
Viaja en los bolsillos y en maletines de mutilada
piel.
La Paz duerme bajo manteles de cenas opulentas.
La Paz llora. En su cuello soporta una grave condena
cuajada de diamantes y arena,
sangre y resistencia. La Paz se ha dado al abandono.
La Paz está desnuda, !tan bella¡
La Paz es un sintecho; tregua en el
conflicto, un respiro en aquel juguete de niño.
Ella pide auxilio, !tan bella¡
Hombre de estado, la Paz te busca. Hombre de guerra,
la Paz redime.
Hombre de Paz, la Paz te honra.
Poema participante en el IV Certamen Internacional de Poesía
'Nuevas Voces para la Paz', convocado por Literary Edition al que han
concurrido 623 autores de toda Latinoamérica, España, EEUU, Alemania, Canadá,
Francia, Grecia, Italia, Portugal y Rumanía.
Certamen en el que este poema ha
recibido Mención Honoraria.