A pesar de las prisas, no llegó a tiempo de coger el tren. De nada sirvió invitar al taxista a sobrepasar los límites de velocidad a cambio de una buena propina. Bajó las escaleras mecánicas de la estación y el tren se perdía en la distancia. Era el signo de su vida, su sello, su carácter; llegar tarde a todos sitios. Se retrasó incluso en su cita con la vida puesto que nació diez días después de la fecha prevista. No vio nacer a su hija por causas de los minutos que por descuidos, encuentros y azares hicieron que perdiera un avión de regreso a casa después de una dura semana de negociaciones con la central de su empresa. Faltaban horas para la salida de un nuevo AVE y de repente pensó, se acabaron las horas, los plazos, los tiempos, las citas, el deambular por aeropuertos y estaciones y las cansinas llamadas. Se aflojó la corbata, se quitó la chaqueta pidió un gin tonic en la cafetería más próxima, cogió el periódico y retomó su costumbre de empezar a leer de atrás hacia adelante, de la última página al principio. Encontró aquel anuncio. "Se busca pianista para club nocturno". Y, cambio su vida.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero.