Escrito por Sol Acosta Puertas, colaboradora en contarenbreve.
…y no pasa nada, nunca pasa nada, vemos la vida transitar entre los recuerdos amontonados en una mesa de escritorio, atesoramos memoria para, llegado el día, disfrutar de la pesadumbre de clasificarla, pretendemos dar carpetazo a trámites inacabados e inacabables y tratamos de asumir lo inasumible, aquello que escapa a nuestro control porque no es susceptible de ser controlado, los propósitos inconclusos no son un nutriente que beneficie al espíritu y unido a un ego mal gestionado pueden tornarse el más mortífero de los venenos pero, ante la peor de las agonías, siempre hay un antídoto presente o futuro…, un antídoto fortuito y etéreo que escapa a todo poder humano.
EL TIEMPO, cuya capa omnipotente a todos y todas cubre sin que exista posibilidad de zafarse de él, ese aliado o enemigo invisible que si no pone a cada cual en su lugar al menos cicatriza y oxigena. El TIEMPO sobrevive a todo y a todos y no se deja sobornar, según cómo vadees sus caminos te abrazará con cariño o será implacable, te transformará en un tesoro eterno o en el más vano de los recuerdos de una mesa de escritorio…