Microrrelato escrito por María Query Acosta. Esta jovencísima escritora de 9 años de edad, se estrena en el blog con esta bella historia cargada de valores. María nos destaca en ella la importancia de la solidaridad y lo extraordinario que es compartir. Disfrútenlo.
Mi padre me contó que ese manzano
estaba ahí desde que él tenía tres años, mi bisabuelo lo llevaba allí y
jugaban, cerca había columpios, toboganes, balancines y una rueda... Un día mi
padre se encontró a un mendigo en el árbol, le dió mucha pena y se rebuscó
en los bolsillos a ver si tenía algo de dinero para darle, ¡Tenía! pero... era
para comprarse cromos, y pensó... "yo tengo pocos cromos pero ese hombre
no tiene ni para comer, así que se lo daré a él", cuando se lo dio el
mendigo le dijo "gracias, hijo, y que dios te bendiga", esas palabras
le gustaron más que los cromos que se pudiera comprar, miró al manzano y vio
como él también se lo agradecía, sonrió y se fue a casa.
¿Cuántos cromos te has podido
comprar? Le preguntó su madre, ninguno, le di el dinero a un mendigo, su madre
sonrió y dijo: ¡Muy bien, hijo! y mi padre le dijo que aunque estaba satisfecho
también necesitaba sus cromos, su madre le contestó: ¡Toma, andaaaaaa,
cómpratelos! Cuando fue no vio al mendigo, miró al árbol y le preguntó ¿dónde
está?, el manzano le respondió: "No te preocupes de eso ahora, piensa en
tu buena acción y que la vida te lo ha devuelto dándote otra vez el dinero para
tus cromos, no sientas pena por el mendigo, siente gozo de tu acción" En
ese momento es cuando mi padre pensó que ese árbol era mágico y que debía contar
la historia y por eso me la contó a mi y yo os la cuento a vosotros y vosotros
la contaréis... a mi también me habla el manzano cuando voy.