jueves, 8 de junio de 2017
Una frase escrita en el agua
En una espiral con tapadera y sin alas. Voces que no quieren salir, lugares sin retorno y una frase escrita en el agua que perdura sólo en la soledad de quien no encuentra la salida. Una, dos y tres o miles de veces asomada a su mundo; olfateando lo que no puede ser. Así se encuentra Luz que cual Ariadna juega con su ovillo sin saber si prestar uno de sus extremos a quien pueda liberarla de su propio laberinto. Ella ha creado su propio minotauro. Es la rara, la niña de los silencios, la pequeña luz perdida en una oscuridad difícil de iluminar. No vive Luz en tierra de Teseos o Dionisios. No le gustan las maneras, juegos, bromas ni ímpetus de los chicos de su edad. Prefiere Luz, el olor a primavera de Alba, esa niña de cabellos rojizos y brillantes como la capa que envuelve a las cebollas frescas y sanas. Le gusta su cara pecosa y sus rápidos ojos y la amabilidad con que la trata. Adora como salta los escalones cuando toca ir al patio y como echa los restos de su bocadillo a los gorriones que ya conocen su solidaria costumbre de compartir. Cada mañana cuando Luz peina su engorrosa melena de obstinados rizos piensa en la seda pelirroja que viste la cabecita de Alba y mientras recoge sus últimos bártulos de colegiala, piensa en que a la hora del desayuno romperá su duradero mutismo para decirle a Alba que la quiere. Más tarde, cuando su madre llegue hasta el borde de su cama para darle el beso de buenas noches y acariciar su cara, Luz verá al cerrar sus ojos, como una vez más ha escrito sobre el agua del estanque del parque con su dedo índice, I love you Alba. Es la única forma que encuentra para romper su silencio.
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