Me miro al espejo y cada vez me parezco más a ti. Toco los surcos de mis crecientes arrugas y recorro tu piel. Me enfado con las huellas que la decadencia imprime, día a día en mi piel y siento tu presencia cerca, muy cerca. Cierro los ojos, fuerte, intento no moverlos y busco en esa oscuridad, tu cara. La cara que un día me miró por primera vez y seguro no ha dejado de hacerlo. Recuerdo mi mano teniendo la tuya, apretando tu miedo y enmascarando el mío. Busco en frascos antiguos tu olor. No quiero que pasen los días sin recordarte. No quiero que la desmemoria te borre. Eres un cuadro inacabado, en eterno proyecto. En febrero, cuando la muerte se enamora de los buenos, hará diez años cargados de horas y silencios que no te tengo. En febrero, cuando se va despidiendo el invierno y asomen nuevos tonos verde, seguiré buscándote.