domingo, 1 de diciembre de 2013

J, joven promesa


Cada mañana se levantaba con la firme decisión de vivir. Vivir del mejor modo y con una factura de coste cero; cero esfuerzo y cero sinceridad. Mentir su principal arma y su combustible ante una meteórica carrera en la que, a zarpazos, dando disimulados pero contundentes codazos, llegar a hasta los primeros puestos. En su curriculum vitae, la información estrella, un Máster en habilidades varias y entre ellas, su certera artimaña de entrar de lleno en la vida del otro. Así era J, joven promesa que tras su máscara de ejecutivo infalible, escondía los dientes de un tiburón hambriento. Ese hambre ancestral la sació sin pudor, a dentelladas, sin asco a las vísceras y sin temor al remordimiento de conciencia. Con la conciencia no se aumenta la cuenta corriente pensaba J cada mañana al mirarse al espejo.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero. 

Imaginario

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El tiempo y las palabras ayudan a entendernos