No huyas de mis besos que lloran a escondida cuando sales dando un portazo. No dejes cerrado el baúl de tu corazón que mis manos tienen frío por la ausencia de tu piel. No me hables con silencios que están sordos mis ojos al ver tus huidas. Regálame tan sólo un minuto de paciencia para explicarte que la historia de mi vida está escrita por ti. Ayuda a recomponer el puzzle de nuestra rotura y regalémonos la enésima oportunidad para seguir atravesando esta impertinente escalera de trampas y paraísos prestados.