Era optimista por naturaleza pero en los últimos días un ánimo frío, casi glacial, lo tenía pegado a la desidia. Como una pegajosa telaraña, el inmovilismo trabajaba como un amortiguador de las horas. En tanto, el reloj hacía su función acostumbradamente, sin sobresaltos. La cotidiana manera de vivir no permitía entrada alguna a partículas de sorpresa. ¿En eso consistía vivir? Cuestión sin resolver, no había respuesta.