La plaza estaba desierta, la noche empezaba a helar. Siéntate y escuchemos este concierto que sólo suena para nosotros, dijiste. Allí, extraños y únicos, unidos por la silenciosa música, vibró nuestra particular Oda a la Alegría. Muda melodía que selló nuestros corazones.
Aún suena en mis oídos cuando miro tus ojos.