De sus errores, el que más le dolía era haberse excedido en confiar en quien no lo merece. De sus pasiones la que más anhelaba, las charlas sin sentido con ese alma gemela que a pocas personas regala la vida. De los sueños, prefería insistir en volar con quienes ya no estaban en esta latente esfera. De las risas, las mejores, las que afloran sinceras; como la de los niños y las que surgen sin sentido. De los lugares la infinitez de los paisajes y en la costa el rugir del mar como banda sonora que acompaña a quienes respetan y veneran la grandeza del planeta. Del dolor, sólo el físico que se pasa tras las crisis y se apacigua, a veces con la ciencia. Del amor, del amor... No sabría qué decir.