Si retornas al punto de partida, si recuerdas por qué has llegado hasta aquí, si te detienes y miras hacia todos los lados, si dejas de correr por correr, si te deshaces de ese afán de ambicionar por ambicionar, si te buscas dentro y encuentras el reflejo de lo que al principio odiabas, sabrás que has fallado. Intentarás coger aíre, querrás frenar pero será tarde. Echarás mano de tu agenda para buscar los amigos de la infancia pero no quedarán más que números que ya no existen, direcciones que no se corresponden con la realidad aunque sí una larga lista de contactos influyentes; nombres sujetos a caras que al igual que tú han vendido su alma, su ideología y sus principios por un buen sillón, un sueldo escandaloso y privilegios inmerecidos. El poder te ha ganado la partida. Estás solo en la cúspide. Has llegado subiendo mientras que los muertos que dejaste te sirvieron de escalera. Estás muerto. Sólo eres fachada. Copia repetida de una aberración.