viernes, 4 de octubre de 2013

Muñeco de madera


Cuando conocí al muñeco de madera quedé deslumbrada ante él, tenía una capa perfecta de barniz, un barniz cegador que lo convertía en un muñeco exultante, contagiaba optimismo y alegría, era inevitable pensar en cogerlo de la mano y vivir mil aventuras con él. Saltamos entre las nubes y casi llegamos a tocar una gran bola anaranjada pero, sin darnos cuenta, esa gran bola hizo que el barniz fuese desprendiéndose del exultante muñeco de madera, bajamos a toda prisa pero las nubes descargaron sus lágrimas sobre nosotros y mi querido muñeco reluciente se volvió lánguido y oscuro… Nunca más quise otro muñeco de madera.


Un microrrelato de Sol Acosta Puertas. 

Imaginario

Imaginario
El tiempo y las palabras ayudan a entendernos