jueves, 19 de diciembre de 2013

Y ahora...


Las lágrimas se deslizan ávidas por sus mejillas, delatando su sensible modo de entender el mundo. Un mundo incierto y que ha golpeado con toda dureza su universo inmediato. Desde la ventana observa el silencio de la tierra. Se agarra fuerte a las sábanas como si esta estrategia fuera a devolverla al ayer y entonces el llanto se convierten en aguacero. La soledad, entra sin llamar, la habitación impersonal y aséptica ya no es refugio seguro. Nuevas caras, nuevas voces, quizás otros cuerpos que abrazar o esquivar y el recuerdo como único ungüento para sobrevivir.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Seguiré buscándote

Me miro al espejo y cada vez me parezco más a ti. Toco los surcos de mis crecientes arrugas y recorro tu piel. Me enfado con las huellas que la decadencia imprime, día a día en mi piel y siento tu presencia cerca, muy cerca. Cierro los ojos, fuerte, intento no moverlos y busco en esa oscuridad, tu cara. La cara que un día me miró por primera vez y seguro no ha dejado de hacerlo. Recuerdo mi mano teniendo la tuya, apretando tu miedo y enmascarando el mío. Busco en frascos antiguos tu olor. No quiero que pasen los días sin recordarte. No quiero que la desmemoria te borre. Eres un cuadro inacabado, en eterno proyecto. En febrero, cuando la muerte se enamora de los buenos, hará diez años cargados de horas y silencios que no te tengo. En febrero, cuando se va despidiendo el invierno y asomen nuevos tonos verde, seguiré buscándote. 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Nueve veces no

Habíamos perdido toda la esperanza, el barco se hundía irremediablemente, los marineros, con desgana la mayoría, achicaban el agua como podían, mientras por los rincones, grupos de ratas sin piel roían las bases aún sólidas, mirando de reojo y en silencio, siguiendo servilmente las órdenes de la peor de las harpías. Fea y rancia del rencor que a borbotones emanaba por sus ojos. Lentamente sucedió.
La tormenta fue apaciguando su látigo feroz y las plegarias fueron escuchadas. Emergió la luz de entre las tinieblas, abriéndose paso ante el mal. Al principio lentamente, pero paso a paso, asegurando cada rayo, cada brizna. Y se quedó, aunque no el tiempo suficiente para ver finalizada su obra: La conquista de un barco a la deriva en sesenta noches... y no es un sueño repetido nueve veces, No.                                                                                       
Un microrrelato de Maica González Serrano.


martes, 10 de diciembre de 2013

Medallas al Trabajo

Rescatamos un fragmento de un artículo de Antonio Media de Haro, profesor de Lengua y Literatura en el IES Cristóbal de Monroy, el pasado 6 de diciembre hubiera cumplido 77 años. Cuánta verdad en sus palabras. Quienes tuvimos la suerte de disfrutar con sus enseñanzas, no lo olvidamos. Aquí va este homenaje a título póstumo. 

…Vaya por delante una sentencia cargada de perogrullismo: trabajar cuesta trabajo. Ahora bien, yo creo que cualquier trabajo lleva aparejada la vocación -sea en lo que sea- o llamada a la solidaridad, debida a los demás, y la  correspondencia a una sociedad que nos necesita. Mi trabajo, para mi, no tiene mas compensación -aparte de al económica- que la construcción esmerada y cuidadosa del edificio cultural e intelectual de mucha juventud trabajadora y a la vez estudiosa. Si lo hago con esmero siento que estoy haciendo hombres y mujeres mejores. ¿Acaso es poca satisfacción? no quiero más que verme recordado sino porque no pasé estérilmente por los campos del espíritu de tanta gente. No creo que haya que inventarse medallas, porque esto es proponer la recompensa facilona y es como premiar lo que, en definitiva, es una obligación. Siempre nos estamos inventando las formulas para comprar al hombre: medallas, comisiones, primas y todo tipo de chantajesa la voluntad limpia y pura que éste tiene. Yo no quiero más medallas que un... pasó por aquí y prendados los dejó de su hermosura.
De Antonio Medina de Haro.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Heróico Hurto

Con la cabeza baja, solo, como un brujo que con alevosía planifica sus hechizos, oía el veredicto que un Juez de aspecto orondo y bonachón dictaba por su heróico hurto. Entretanto, Luis, buscaba algo a lo que asirse dentro de los bolsillos de su pantalón vaquero sin hallar más que su larga lista de meteduras de pata y aprendida desobediencia. Mentalmente, el joven repasaba cómo alunizó con aquel lujoso BMW contra la Joyería Millet y cómo, en cuestión de segundos, el espacio se llenó de sirenas, de un gran haz de luz y enérgicos gritos. Sólo tuvo tiempo de agarrar una gargantilla de oro blanco y diamantes. Fin de la historia. Sus hermanos pequeños, los impertinentes gemelos  no tendrían la prometida Play Station 4 como regalo de cumpleaños. 

Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero.

domingo, 1 de diciembre de 2013

J, joven promesa


Cada mañana se levantaba con la firme decisión de vivir. Vivir del mejor modo y con una factura de coste cero; cero esfuerzo y cero sinceridad. Mentir su principal arma y su combustible ante una meteórica carrera en la que, a zarpazos, dando disimulados pero contundentes codazos, llegar a hasta los primeros puestos. En su curriculum vitae, la información estrella, un Máster en habilidades varias y entre ellas, su certera artimaña de entrar de lleno en la vida del otro. Así era J, joven promesa que tras su máscara de ejecutivo infalible, escondía los dientes de un tiburón hambriento. Ese hambre ancestral la sació sin pudor, a dentelladas, sin asco a las vísceras y sin temor al remordimiento de conciencia. Con la conciencia no se aumenta la cuenta corriente pensaba J cada mañana al mirarse al espejo.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero. 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Granada, tierra soñada por mí

Esta mañana me he despertado con una sonrisa dibujada en mi cara, he necesitado unos segundos para tomar conciencia de que no estaba en una habitación rodeada de platos y ceniceros de loza que contuvieran mensajes divertidos y refranes alrededor de uno central, “Dale limosna mujer que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”, me he levantado con la euforia momentánea que te da el haber revivido durante toda una noche dulces recuerdos de infancia y adolescencia, recuerdos en un pueblo de la sierra granadina donde todo se reducía a ese “perimundo”, no había nada más, no existía nada fuera de esas cuestas empinadas y ese olor a limpio de Alfacar, durante esos días de verano sólo contaba mi tío Antonio que llenaba de luz todo lo que rozaba y si ese año coincidía que mi abuela se apuntaba al peregrinaje, ambos formaban el tándem ideal asegurando eternas tardes de diversión y risas continuas. Me he levantado oliendo a parras y a cloro de piscina, escuchando al panadero pregonando su llegada cargado de tortitas de chocolate y aceite, agotada ante partidas interminables de ping-pong, sintiendo la desazón porque sonara el chirrido de la puerta de forja de la entrada y se escucharan los pasos de mi amigo Javi subiendo los escalones de dos en dos, he caminado junto a mis hermanos por una senda estrecha y sinuosa que llevaba a Fuente Chica plagada de moras de todas las cromías, granas, moradas, verdes, y, cómo no, he soñado una noche de luna llena en Fuente Grande…
"¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son…"
Un microrrelato de Sol Acosta Puertas.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las reglas del juegos

Si mi infancia hubiera sido otra... yo no sería la misma. La libertad de correr y trepar cerros, descubrir caminos casi prohibidos en senderos donde sólo había arboles que tapaban la visión segura del hogar. Inventando juegos imposibles, sin final, sin reglas escritas. Mi prima casi hermana, mi hermano, todo para mi. Lealtad y coraje a la vez. La distancia difumina los detalles pero el sentimiento del recuerdo vivido permanece. Y hoy que mi hijo juega entre sus cuatro paredes de ficción, no veo la manera de transmitirle que la niñez es la vida en estado puro, la emoción del caracol con cada nuevo sol. Quiero que se marque a fuego en su impronta la gran aventura de ser niño y que su mirada atrás le evoque simplemente un golpe de aire fresco... una brizna de felicidad acaso atrapada por sus pequeños y perfectos dedos.
Para ti Miguel.
Un microrrelato de Maica González Serrano. 

Hombre Bala

Es curioso que hoy ya casi nadie recuerde que fue un argentino el primero en volar al espacio. A principios de la década de los ochenta, todavía había muchos circos que se instalaban para deleite de los chicos, y el número del hombre bala era uno de los más esperados. Una tarde, estaba con mi familia, sentado en la platea, y vi volar a un hombre, tan argento como el mate y el dulce de leche, y no sé si mi memoria infantil me estará fallando, pero yo recuerdo que lo vi volar al espacio.
Un microrrelato de Luciano Doti.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Próxima Estación

El traqueteo del tren no le dejaba conciliar el sueño. Hacía horas que la monótona cantinela del vaivén la mecía en vano. La imagen de su figura en el andén la golpeaba una y otra vez. Cada vez más pequeño, cada vez más ausente; cada segundo que lo aleja me acerca a él, al destino incierto de un viaje a la esperanza, cargada de consejos enlatados, salvada por los ojos profundos que hablan en silencio de la espera, de la suerte, del amor...
Notó como alguien le tocaba el hombro insistente. -Mademoiselle- ¡Nous arrivons a Marseille!
Un microrrelato de Maica González Serrano.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Animal

Cuando los soldados se retiraron sólo nos dejaron destrucción y muerte en lugar de la prometida paz. Al principio la solidaridad ayudaba a soportar la desolación, pero pronto la necesidad se convirtió en un látigo que nos impulsaba al salvajismo. Los pillajes acabaron al mismo tiempo que se acabó cualquier tipo de alimento. En semanas, la enfermedad hizo caer a mi compañera, a la que entre lágrimas aproveché como pude. Me había propuesto entonces conservar la cordura por más tiempo aunque sólo fuera por mis hijos, pero con ellos ha sido aún peor. Extinguida la civilización a mi alrededor y la humanidad en mi interior, sólo me queda el hambre. Es lo único que siento mientras termino a mi hija pequeña.  Eso y la viscosidad de su sangre.

Un microrrelato de Pedro José Pedrero Otero.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Huertos de la infancia

Hay acciones que al ejecutarlas te llevan por la vía del recuerdo al lejano ayer. No hay vez que al baldear el patio no viaje con grandes alas de nostalgia hasta los huertos traseros de la gran casa de mi abuela. Volver de forma irremediable a esos cuartos de tierras llenos de macetas de fresas, limoneros, nísperos y arriates de azaleas, rosas y margaritas generosas y silvestres entonando sones de primavera. Allá, en menos de cien metros, un laberinto abierto a los mil y un juegos que el alma de un niño es capaz de conjugar. Las horas infinitas... trazados geométricos en terrenos de siembra doméstica, la tierra, los frutos caídos, objetos en desuso, olvidados en las azoteas de blanca cal y severo sol del sur y tu mismo para trazar miles de posibilidades.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Confesión

De sus errores, el que más le dolía era haberse excedido en confiar en quien no lo merece. De sus pasiones la que más anhelaba, las charlas sin sentido con ese alma gemela que a pocas personas regala la vida. De los sueños, prefería insistir en volar con quienes ya no estaban en esta latente esfera. De las risas, las mejores, las que afloran sinceras; como la de los niños y las que surgen sin sentido. De los lugares la infinitez de los paisajes y en la costa el rugir del mar como banda sonora que acompaña a quienes respetan y veneran la grandeza del planeta. Del dolor, sólo el físico que se pasa tras las crisis y se apacigua, a veces con la ciencia. Del amor, del amor... No sabría qué decir. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Celular


Ella tenía la costumbre de abrir los ojos casi a la vez que el sol. El cielo plúmbeo se rasgaba a jirones de luz. Amanecía.

Se giró y notó la presencia del vacío, de la tristeza del lado opuesto sin llenar, del frío hielo de la sábana que no ha sido dormida. Peinó el espacio y apretando el puño recordó la promesa desamor que le hiciera al brujo: nunca volveré amar como aquella vez amé.

El silencio se rompió.  Una dulce melodía susurraba ritmicamente, desde la lejanía se oyó un nombre... ¿Julia?

Un microrrelato de Maica González Serrano. 

domingo, 10 de noviembre de 2013

Obsesiones

Se preocupaba por todas esas pequeñas cosas imperceptibles, casi minúsculas y que no trascienden a las vivencias de la mayoría de los comunes. Buscaba los fallos casi indelebles en cada objeto y era feliz en esa perpetua infelicidad de amargor latente. No se llevaba bien con la soledad a la vez que la convivencia se le hacía una inmensa cuesta arriba. Austera y sibilina, persona agriada en el carácter y de toscas manera aún intentando profesar una delicadeza que nunca brotaba de sus adentros se preocupó más del continente que del contenido y apenas logró cinco minutos de felicidad seguidos en su ácida vida de perfumista. No más que los olores, las esencias y los matices ocultos en las materias la mantenían en un letargo casi próximo al éxtasis, era entonces, en esos momentos de silencio y ocultismo y de alquimia secreta cuando Carla sentía plenitud y calma a sus extremas obsesiones. 

martes, 5 de noviembre de 2013

Lúmine

¡Maldita sea la fortuna! !Mala sombra le cobije y arrastre su desgracia por el infierno! -Gritaba en la soledad de la noche-. Farfullando lamentaciones y dando patadas a latas vacías, a ratas inmundas. Mientras avanzaba por la avenida solitaria y anaranjada. Miraba hacía atrás huyendo, buscaba cobijo y se escondia de su propia cobardia.

Paró en seco. Meditó mirando al cielo y retrocedió sobre sus pasos. La cabeza erguida sobre los hombros rectos. Contaba los pasos que le faltaban para llegar a su hogar, a su oscuro hogar, al tercer banco del parque de la calle O'Donnel, al lado de la única farola que aún perduraba... Y es qué la oscuridad era su más feroz enemigo desde hacia ya demasiado tiempo... Sin un sol de referencia cruzando su noche no encontraría las fuerzas para entornar los ojos.
Un microrrelato de Maica González Serrano.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Incertidumbre


Esa sensación de qué el tiempo se escapa, que la oportunidad es como un minúsculo grano de arena entre la infinitez de una playa y pensar que los itinerarios se multiplican y la elección se complica. Los días y sus horas te acompañan como un vals recurrente y frente al espejo, el rostro tenso del miedo. Las noches cargadas de insomnio, de miradas cómplices a la luna y de cigarrillos a medio fumar. Una vuelta por la casa, ojeada al silencio de los que duermen y mientras, a esperar la claridad del alba tomando un café frente a tu incertidumbre. Mañana habrá más. Otro día, uno más a tachar en el calendario, uno más para arañar la suerte que no llega. 

martes, 29 de octubre de 2013

Macedonia

La experiencia como concepto… ¿es valiosa? -Preguntó-. Sus ojos se abrieron, el oído invirtió su polaridad, su respiración se hizo tan honda que transminó el espacio vital... ¡After save barato¡ Su interlocutor lo miraba, esperando… Todo lo que vivimos, se marca a fuego en la piel, se guarda en el cofre de plata del último piso, en el mueble de 6.000 cajones y tiramos la llave al… ¿Qué si todo eso es valioso? ¿y los retales, los papeles rotos, los restos, las sobras... dónde van los intentos no logrados, los ensayos-error? Somos como una macedonia de vida, con tropezones insipidos, manjares exquisitos y alguna que otra sorpresa interior. ¿No? Por fin las palabras encontraron el camino de salida, de entre la maraña de pensamientos y contestó... 
Un microrrelato de Maica González Serrano

lunes, 28 de octubre de 2013

Virus

Siempre le gustó un poco de sexo ilegal matutino, pero aquella mañana al salir del burdel pintado de rojo todas las alarmas empezaron a sonar. ”Alerta de Infección”, tronaban,  y mientras aceleraba el paso notó como los transeúntes comenzaban a apartarse con el miedo reflejado en sus caras. No trabajaba en aquel maldito sitio desde que estaba desactualizado.
¿Cómo era posible que se hubieran fijado en él precisamente hoy?
Una barrera roja le cerró el paso, y mientras el ejército de matones vestidos de verde de McAfee le sujetaba, levantó la vista en un último acto de coraje para escuchar el veredicto: “Poner en cuarentena” o “Eliminar”.
Un microrrelato de Pedro José Pedrero Otero.

domingo, 27 de octubre de 2013

Tan próximos, tan lejanos

¿Qué pensar cuando la lejanía nutre nuestra historia? ¿Para qué seguir lanzando los dados hasta que la suerte cante siete? Los domingos al caer la tarde mirarnos y sin remedio sentirnos extraños. Un beso despegado de buenos días para empezar otra semana de calladas horas. El calor de los cuerpos en las noches y el deseo agazapado bajo la cama, dudando aparecer entre las sábanas. -Mañana amor, llegaré tarde-, me dirás sin complacencia; con tu habitual tono áspero y falto de ternura. Ternura, ¿dónde se quedó la ternura de los primeros días?, huyó como huye tu interés por ofrecerte. De tu egoísmo genético viene esta ausencia que se instala sin remedio en nuestros cuerpos como una eterna segunda piel. No volverás a retrasarte, no velaré tu respiración en la noche y no sentiré el frío de tus abrazos porque Mañana amor, estaré lejos.

viernes, 25 de octubre de 2013

Luz en la sombra

Hay momentos en los que te ansío y momentos en los que te siento tan cerca que aún estando inmersa en un mar de multitudes me envuelves haciéndose la nada, el mutismo, un vacío casi inocuo, miro a mi alrededor y sólo estás tú mirándome fijamente a los ojos, es entonces cuando grito en silencio, huyo intentando inútilmente zafarme de ti sin ni tan siquiera dar un paso, mi mente agita en vano todos mis sentidos y cuando, rendida, estoy a punto de caer en tus gélidos brazos el calor de mi gente hace que te diga adiós, hoy también he conseguido vencerte. Lástima de quienes sin anhelarte no logran que te desvanezcas, soledad.

Un microrrelato de Sol Acosta Puertas. 

jueves, 24 de octubre de 2013

El político

Si retornas al punto de partida, si recuerdas por qué has llegado hasta aquí, si te detienes y miras hacia todos los lados, si dejas de correr por correr, si te deshaces de ese afán de ambicionar por ambicionar, si te buscas dentro y encuentras el reflejo de lo que al principio odiabas, sabrás que has fallado. Intentarás coger aíre, querrás frenar pero será tarde. Echarás mano de tu agenda para buscar los amigos de la infancia pero no quedarán más que números que ya no existen, direcciones que no se corresponden con la realidad aunque sí una larga lista de contactos influyentes; nombres sujetos a caras que al igual que tú han vendido su alma, su ideología y sus principios por un buen sillón, un sueldo escandaloso y privilegios inmerecidos. El poder te ha ganado la partida. Estás solo en la cúspide. Has llegado subiendo mientras que los muertos que dejaste te sirvieron de escalera. Estás muerto. Sólo eres fachada. Copia repetida de una aberración.   

martes, 22 de octubre de 2013

La cita de Álvaro


A las siete, justo a las siete de la tarde, cada día, todos los días del mes, Álvaro acudía al lugar de su primera cita con Inés. Era un ritual asumido. Andaba trabajosamente, arrastrando los pies casi sin levantarlos del suelo hasta que llegaba al primer banco del parque. Allí se sentaba y pasado los dos primeros minutos de la hora acordaba miraba el reloj y tras decir, ya se retrasa, jugueteaba con las hojas o cualquier elemento que tuviera cerca a sus pies. Pasados los primeros diez minutos volvía a decir, se retrasa, Inés se retrasa. Volveré mañana. Y, tras interiorizar un fracaso asumido, levantaba su cuerpo alto aunque encorvado por el desgaste óseo y volvía de regreso a casa. ¡Tantos años¡. En su espíritu la idea perenne de no aceptar el no que Inés le dio cuando apenas alcanzaba los veinticinco. Ahora casi cincuenta años más tarde, Álvaro mantenía una nebulosa donde la vida estaba detenida por no afrontar la verdad del desamor. 

domingo, 20 de octubre de 2013

Qué es la eternidad?

"¿Y qué si desapareces antes de tenerlo todo hecho? Nunca se tiene todo hecho. La vida es inacabada. Pero a veces de súbito, algo inesperado, un factor sorpresa fatídico, de golpe te elimina y tu existencia pasa a ser recuerdo. Llegas a ser sólo dependiendo del grado de intensidad con el que te recuerden". Joshep preguntó a su profesor sobre cuál era su parecer acerca de la eternidad y aquel hombre despegado de lo común, le soltó casi una bronca por su pregunta. Como una exhalación se fue del aula y dejó al pobre Joshep con la boca abierta. Aquella soberbia, aquel no querer mezclarse con la plebe le resultó incómodo y excesivo. A disgusto y sin querer pensar más en el incidente, recogió sus cosas y salió apresurado para no perder el bus a casa. Al llegar, un tumulto de gente se agolpaba en círculos hacia algo que no llegaba a ver. Se acercó y tras hacerse hueco vio tendido al enigmático profesor de Filosofía que minutos antes no quiso debatir con él sobre la eternidad. La velocidad de un conductor lo golpeó en seco. Fin de la existencia. Joshep supo que lo recordaría siempre y que el profesor tenía razón sobre su teoría de la eternidad. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Autor acabado


El plazo expiraba. Fin de la tregua para entregar el que debía ser su proyecto definitivo. Agotadas las ideas, menguada su creatividad, soliviantaba su decadencia con alcohol y tabaco; secos tragos de whisky escocés y pitillos caseros de picadura. Las noches y los días tenían el mismo color ocre de las paredes de una habitación en la que apenas entraba la luz natural. Las botellas vacías dispuestas en hileras hacían la vez de metáfora de la sequía mental de un autor acabado. La escena no tenía continuidad. A partir de ahí, la única salida era vivir la vida de otra persona. Sufrir las desventuras, anhelos, suertes o desdichas de un protagonista anónimo. Fingió durante días ser un mendigo; un desecho del sistema y a poco, se perdió en un laberinto de desdén en el que se ahogó. 

Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero. 

domingo, 13 de octubre de 2013

Junto al almendro

Siempre le gustó despertar observando su almendro desde la ventana, crecieron juntos, compartieron días eternos de júbilo y risas y su almendro lo celebraba haciendo brotar infinitas flores blancas y rosáceas en primavera, también compartieron pesares, dolor y amarguras y sobrevivieron a las frías heladas del invierno. Ahora está allí, quieto, mirando el almendro desde su ventana, ya no puede correr a su alrededor y sabe que, quizá, besará la tierra antes que él, malditos excesos, maldita noche de helada de invierno que lo dejó paralizado para siempre…!!!

Dedicado a todos aquellos que entran en el mundo oscuro y pérfido de los excesos, sin pensar que la primavera llegará y no podrán compartir más días de júbilo junto al almendro.

Un microrrelato de Sol Acosta Puertas.

viernes, 11 de octubre de 2013

Vuelta al origen, versión II: Nunca te olvidaré

Cuando por fin llegó a la habitación 271 se despojó de sus miedos y el agua clara y fresca de la ducha hizo que renaciera una vez más, apenas hubo alcanzado la toalla para enfundársela sobre su cuerpo sonó un triple “toc” en la puerta, sí, era él, Ángel, su ángel de las 5 en punto, aquel que hacía que las horas de las mañanas de los miércoles pasaran lentas y tediosas, al ver su rostro supo que los ángeles sólo vienen a la tierra de visita. Nunca te olvidaré!!! Dijo, y sus ojos se humedecieron  mientras veía alejarse un mundo de ilusiones por el frío y desnudo pasillo de la planta 2ª del hotel…

Un microrrelato de Sol Acosta Puertas.

jueves, 10 de octubre de 2013

El niño y el rápido de media noche

El tren pasaba a la velocidad acostumbrada mientras desde la casa alejada, el niño despedía aquel caballo veloz y metálico que se perdía sin remedio tras la boca oscura del túnel. La monotonía de ese paisaje eterno era roto por el moderado ruido de los trenes modernos. No había más que el trazado ferroviario, el campo sembrado a ambas vías y en el altozano la casa labriega para romper la inevitable regularidad del espacio. Metódicos, puntuales y cotidianos los trenes sacudían, una a una las hojas del calendario para testificar el crecimiento de un niño que una mañana de espesa niebla, cuando su estatura no le permitía atravesar la puerta sin agachar la cabeza, no pudo soportar la carencia de esa visión acostumbrada; el tren, esa máquina perfecta desfilando al fin ante sus ojos. Ayudado con una linterna de potente foco de luz, con paso decidido avanzó, oía su vehemente jalar y la bocina retumbar en su corazón. Próximo a la boca del túnel el abrigo de bruma espesa lo empujó hacia la cabina y a partir de ahí, viaja sin descanso en el rápido de media noche.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero

miércoles, 9 de octubre de 2013

Pesadillas (I)

Nadie del otro lado de la calle parecía querer ayudarle. Corría y corría arqueando la espalda para evitar, sólo por milímetros cada vez, que los cuernos del animal se clavaran en su columna vertebral. Gritaba con el pecho ardiendo por el esfuerzo mientras las caras pálidas de la acera de enfrente miraban y señalaban sin hacer nada. Cuando las piernas empezaban a fallarle vislumbró con nausea el final de la calle sólo unos metros por delante. Iluminada apenas por una tenue luz parpadeante, no sabía cómo afrontaría aquel giro sin caer al suelo y sin que el torbellino enfurecido que le perseguía le devorara al fin. Pensó también en la futilidad del esfuerzo. Probablemente más allá de la esquina sólo habría una nueva calle llena de gente indolente del otro lado. 
Un microrrelato de Pedro José Pedrero Otero. 

martes, 8 de octubre de 2013

Dormida

Mamá no te preocupes, yo callaré a la hermana, ya soy mayor tengo ocho años.
Mamá no te levantes, tengo a la hermana cogida de la mano y ha dejado de llorar, se ha dormido, estará cansada.
Mirando mi vestido veo que se ha manchado, ya me lo lavarás, ¿verdad mamá?.
¿Mamá?, ¿mamá?, ¿también te has dormido?, no te preocupes yo esperaré a que lleguen, no estoy cansada, soy mayor tengo ocho años.

Dedicado a todas las víctimas de catástrofes. 


Un microrrelato de Ismael Antúnez Mellado.

domingo, 6 de octubre de 2013

Vuelta al origen: ser

Cuando por fin llegó a la habitación 271 se despojó de sus miedos y el agua clara y fresca de la ducha hizo que renaciera una vez más. Hacía tiempo que no visitaba la pequeña aldea de costa que lo vio nacer y después de un largo y azaroso viaje de vuelos y carreteras secundarias, por fin, desde la terraza, el mar le daba la bienvenida con fuerte viento de Levante. Madrugaría, sentenció. Recorrería las estrechas calles del barrio de pescadores para rescatar recuerdos de la infancia y subir a la barca de Tomás. Pescarían, reirían, hablarían de sus vidas y de la distancia.y Beberían vino para celebrar la reunión. En todos esos años, más de una década, Luis no había dejado ni un día de pensar en Tomás, en los sabores, colores, aires, amanecer y atardeceres de su pequeña isla. Mañana haría suyo el origen de su identidad. Miraría al horizonte y al otear la Bahía de Tánger, pensaría para sí. Vuelvo, soy. 

Un microrrelato de Sol Acosta y Ana Muñoz. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Una vida por hacer

Carretera desierta de abulia y de kilómetros infinitos. A ambos lado, la nada de una tierra yerma y en las señales un destino a ninguna parte. La huida tenía nombre de ciudad, Pimiango: un lugar en el mundo donde volver a empezar. Un sueño por construir y un pasado que olvidar. Las maletas de su moto sólo portaban una muda limpia, un par de botas, un álbum de fotos familiar y un saco lleno de miedos cerrados con el candado del adiós. Repostar de nuevo el déposito y llenar el espíritu de ilusión. Tomar las gafas de la esperanza para vivir con otra identidad. Atrás, quedó la piel, el olor y el recio rostro de Juan que ahora amanecía como Esther con toda una vida por hacer.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero

viernes, 4 de octubre de 2013

Muñeco de madera


Cuando conocí al muñeco de madera quedé deslumbrada ante él, tenía una capa perfecta de barniz, un barniz cegador que lo convertía en un muñeco exultante, contagiaba optimismo y alegría, era inevitable pensar en cogerlo de la mano y vivir mil aventuras con él. Saltamos entre las nubes y casi llegamos a tocar una gran bola anaranjada pero, sin darnos cuenta, esa gran bola hizo que el barniz fuese desprendiéndose del exultante muñeco de madera, bajamos a toda prisa pero las nubes descargaron sus lágrimas sobre nosotros y mi querido muñeco reluciente se volvió lánguido y oscuro… Nunca más quise otro muñeco de madera.


Un microrrelato de Sol Acosta Puertas. 

Un dragón tras mi ventana

Una vez intenté luchar contra un dragón, este inmenso animal me dio un zarpazo con su cola y quedé herida. En meses me cobijé en el silencio, tuve miedo y cerré mi corazón bajo llave. El dragón vencía. Pero, me puse a ello y recuperé mi tono vital. La luz entró de nuevo tras mi ventana, sin saber por qué, surgí con fuerzas de mi abismo y no temí a la amenaza del más fuerte. Ahora cada día salgo de mi guarida y planto cara al drástico dragón, sorteo sus fauces y estudio sus flaquezas. ¿Lo venceré?, puede que sí, puede que no. Mi objetivo es no dejarme amedrentar por dragones de barro.
Un microrrelato de Ana Muñoz Cubero

Imaginario

Imaginario
El tiempo y las palabras ayudan a entendernos